Pues sí, ya he vuelto de mis vacaciones y este año no he vuelto con el terrible síndrome post-vacacional (SPV).
Tengo la suerte de tener unos padres geniales que me han llevado con ellos a un súper viaje por el oeste de Estados Unidos. 20 días en los que hemos estado en LA, Yellowstone, El Gran Cañón, Yosemite, Arches Park, Sedona, Monument Valley, Bryce Canyon, Zion Canyon, Las Vegas, Jackson Hole, Grand Teton, Death Valley, San Francisco... más de cinco mil km y todos ellos ¡en autobús!.
Qué puedo decir, he vuelto maravillada de todo lo que he visto, he tenido tantas sensaciones que no me siento capaz de describirlas, al menos aún no. No importa lo que haya visto en las películas, en los libros, en fotografías o lo que me hayan contado mis amigos, la grandiosidad de sus paisajes y de su gente me ha superado pero también me han impactado sus contrastes que, una vez más, me han hecho sentirme orgullosa de haber nacido en un país como España.
El final del viaje se me hizo un poco cuesta arriba, pero es que me dió un ataque de dolor de muelas y después una gastro que me impidieron disfrutar de San Francisco en su totalidad, aunque lo que me destrozó del todo fué el viaje de vuelta a casa pero eso merece un post enterito así que lo contaré más adelante.
He vuelto maravillada, asombrada, encantada, quiero volver, pero de visita. Nunca he sido amante de los extremos y Estados Unidos es un extremo, con cosas que me hicieron quedar con la boca abierta en los dos sentidos. Después de estar allí no creo en el sueño americano, no lo quiero.
Creo que esos contrastes son los que consiguen que este año no tenga SPV o a lo mejor es sólo culpa del Jet-Lag. ;-)
Aunque he estado en muchos parques nacionales ya sabéis que yo soy más de asfalto así que aquí os dejo esta foto ¿en qué ciudad la hice?.
Un besazo.