26/6/13

Que orgullo de gasolinera

El otro día fui a una gasolinera  a la que no me gusta ir porque es de pre-pago a todas horas pero cuando se enciende la luz de la reserva y para llegar a mi gasolinera habitual tengo que recorrer 30 Km, qué queréis que os diga, voy a esa o cualquiera.

Cuando me dirigía hacia la caja, no pude ignorar el bigotazo de la chica que me iba a atender. Mientras me aproximaba pensaba, "pobre mujer, menudo problemón tiene con ese bigotazo. Si da la impresión de que se lo ha afeitado y todo". Para que yo, que soy el despiste personificado y que no veo ni tres en un burro, le viera el bigote a esa señora desde la misma puerta, tiene que ser algo fuera de lo común, por muchos días "especiales" que tengamos todas.

El caso es que según llegaba a la caja seguía atraída por el mostacho y pensaba que la pobre tenía un bigote de hombre, que qué desgracia porque tampoco era tan fea, si tiene una cara agradable y que con los kilos de maquillaje que llevaba y aún así no conseguía disimularlo del todo. Pobre.

Llegué a la caja. Con una voz muy dulce y femenina me atendió amablemente y en ese momento es cuando caí en la cuenta. Me fijé bien en sus manos, pequeñas, un poco regordetas pero no mucho, miré sus brazos y confirmé mis sospechas. Tuve que esforzarme sobre manera para no esbozar una sonrisa tipo "acabáramos, claro, así tiene ese bigote la chica, ahora todo tiene sentido" pero sobre todo para ocultar la sonrisa de ORGULLOSA ya que la mujer de la gasolinera es un transexual ó va camino de ello.

Me sentí orgullosa de ver a un transexual en un trabajo que no tiene relación ni con el espectáculo, ni con la noche, ni con la profesión más antigua. Orgullosa de ver a un transexual con un trabajo "normal" y que además es un trabajo de cara al público.

Orgullosa de aquel que le dio esta oportunidad a ella y a todos los clientes de la gasolinera.  A ver si así consigue acabar con los prejuicios que muchos tienen para con aquellos que se sienten diferentes y sobre todo con mi "sonrisa de orgullosa" ya que debería ser una situación de lo más normal del mundo.

Para OrgulloTwittearme: @tabolid

6/6/13

26 años de doloroso juicio

Esta historia comenzó cuando yo tenía aproximadamente 13 años, edad difícil donde las haya y a la que hay que sumar el nacimiento de las cuatro muelas del juicio.

Al principio salía un piquito y luego se escondía, de esta manera empezaron las cuatro muelas a despuntar tardando unos 3 años en eso, despuntar que no aflorar. El dolor y las molestias eran bastante difíciles de soportar, pero en plena adolescencia lo que me quitaba el sueño de los 13 a los 15 era que Javier Vallejo dejara de fijarse en las tetas de Susana y se fijara en mi cara y de los 15 a los 17 que Antonio Lence se enamorar de mí como yo de él. Como es normal Vallejo se fijó en mí cuando en mi corazón sólo había sitio para Antonio y a éste, aunque fuimos novietes, le distraían más otras cosas y otrAs.

Hasta los 24 años aproximadamente, no terminaron de salir las cuatro maravillas de la naturaleza. Para entonces la adolescencia ya había pasado al igual que mis enamoramientos por Vallejo y Lence y había otro ocupando mi corazón, mi cerebro y mi sangre. Estaba loca por él, literalmente, se portó tan mal que no merece que diga su nombre aunque no le deseo ningún mal que quede claro.
En estos 11 años consulté a bastantes dentistas y les pedí encarecidamente que me quitaran las muelas que si se las quitaban a todo el mundo no entendía por qué yo era una excepción. La respuesta siempre era la misma: cuando terminen de crecer no te dolerán más, tus muelas están sanas, tienes espacio para que salgan y están perfectamente colocadas. Quitártelas es una tontería.

Así que les creí, ya veis, pensé que siendo ellos los expertos sabrían más que yo y seguí conviviendo con mis muelas y el dolor.

Llegó el momento de salir de Madrid e irme a Londres y a París años estos de mucho aprendizaje en todos los aspectos de la vida y por supuesto con sus amoríos pero nada destacable hasta la llegada de Juan I de Ana. Durante nuestro noviazgo de algunos años de duración, mis muelas no dejaron de fastidiar.

La dinámica habitual era, cada dos o tres meses, durante los días de menstruación se me hinchaban las encías de un lado de las muelas, a veces comenzaba por la de arriba, a veces por la de abajo, a veces la de la derecha y a veces la de la izquierda, a esto le seguía un dolor horroroso hasta que toda la boca era un horror que duraba unas 2 semanas aproximadamente.

Al regresar a Madrid pensé que era hora de retomar mi lucha contra las muelas del juicio y de paso arreglarme bien la dentadura, no es que la tuviera en plan Rossi de Palma pero perfecta tampoco estaba. Cuando se lo comentaba a mis allegados que habían pasado por ese proceso, sin excepción, me decían que cuando me pusieran el aparato me quitarían las muelas del juicio, que siempre lo hacían.

Me hicieron un estudio me dieron un presupuesto y para sorpresa de mis allegados, que no mía claro, me dijeron que las muelas del juicio no me las tenían que quitar, que estaban perfectas y que había espacio. Al no convencerme el presupuesto seguí con mi dentadura tal cual y sufriendo los dolores de las muelas del juicio, a veces en silencio y a veces no.

El mes de agosto de 2011 hice un viaje inolvidable por el Oeste americano. Como os podéis imaginar en este viaje pasó de todo y con ello incluyo que durante los últimos diez días las muelas del juicio decidieron cobrar protagonismo. Los dolores insoportables e imposibles de mitigar me hicieron el final del viaje muy cuesta arriba y terriblemente enojada decidí que me daba igual lo que me dijera cualquier dentista y cirujano maxilofacial del mundo, yo quería que me quitaran las muelas del juicio y punto.

Llegué a Madrid, pedí hora y le dije que necesitaba que me quitaran las muelas del juicio, que no lo soportaba más. ¿Os imagináis lo que me dijo la cirujana? pues sí, lo que los demás pero esta mujer me comentó algo que ningún otro había hecho antes, me dijo que mi dolor no era provocado por las muelas del juicio sino por un problema de mordida que lo que yo necesitaba era una férula de descarga y que mis dolores desaparecerían.

¡Por qué no me habrían dicho esto antes! ¡Por qué! ¡Entendí que no me quisieran quitar las muelas ahora yo tampoco quiero que lo hagan!

Decidí que era el momento de empezar con la ortodoncia. Me hicieron un nuevo estudio, me dijeron que estaría con ella un año (yo pensé: ya será un año y medio)me aseguraron que no debían quitarme las muelas del juicio les dije que no me importaba si había que hacerlo y repitieron lo que ya nos sabemos de memoria. El día 4 de mayo del año 2012 comencé con la ortodoncia. Por esta época ya no estaba con Juan I sino que llevaba un año con Juan II, mi mejor enfermero y compañero (¿ahora comprendéis lo de I y II de Ana verdad?).

El pasado mes de abril me pusieron unas molestas gomas cuya función es recolocar la mordida y son claro preludio de que en un mes más o menos me quitarían la ortodoncia. Imaginad mi sonrisa. Bien pues una semana después no podía soportar los dolores, dolores que reconozco perfectamente por haberlos sufrido durante tantos años, me fui a urgencias y ni me podía creer lo que me dijeron:

¡TIENES QUE QUITARTE LAS MUELAS DEL JUICIO!